Thursday, September 3, 2009
Paoli cura salesiano en Madrid 1984
Don Juan Bosco
Hoy, pasaron por el cable, una serie de dos partes sobre
Don Juan Bosco.
El padre Higinio Paoli, de paso hacia Santo Domingo, hizo una
corta escala en Madrid. Eran la siete de la mañana cuando sono
el telefono de la casa. Higinio Paoli, me anunciaba que estaba en
Madrid, por unas horas. Despues de escribir la direccion donde
debia recogerlo, desperte a mis hijos comunicandole que no irian
ese dia a clases. Al llegar, vi a Paoli , diferente....le pregunte por
su estado de salud, me respondio que habia aparecido una mancha
en un pulmon , pero que estaba bien. Algo internamente me advir-
tio que no deseaba continuar hablando del tema , por lo tanto calle.
Despues de las multiples preguntas que le hice sobre la parroquia
y sobre su vida....A finales de los setenta , lo habian enviado a la
provincia de Oriente, segun los superiores, el sacerdote que el iba
a remplazar, habia perdido a su madre, y no habia podido recupe-
rarse. Todos en la parroquia nos hicimos la pregunta, por que Paoli?
Siempre pensamos lo injusto del traslado. Necesitabamos tanto
a Higinio en Maria Auxiliadora de Teniente Rey y Compostela....
Quienes mas sufrieron fueron los ancianos, y naturalmente los jove-
nes cubanos, que recien habian descubierto la parroquia....y al arti-
fice del cambio ...el italiano Paoli....El clima de Madrid fue generoso,
sendos rayos de sol cubrieron nuestras cabezas, Fuimos al Templo
de Debot, a el Jardin Botanico, caminamos, hablamos. Cuando fal-
taban tres hoara para salir rumbo al aeropuerto de Barajas, Deje a
Paoli en el convento donde tenia su equipaje. Le pregunte que si
queria que lo acompañara al aeropuerto, - sonriendo me contesto
que no hacia falta....Saludos a todos en la parroquia y cuidese, fue
mi despedida. Le recorde me enviara la certificacion de bautizo de
mis hijos, ( el los habia bautizado ) ...
Como nunca hago caso a nadie, llegue a la casa, me di una ducha
refrescante les prepare dos yogur con dos petit suit a los chicos y
rumbo al aeropuerto de Barajas.....
Al llegar vi a lo lejos a Paoli......al vernos, se alegro un monton dicien-
do, - cuando llegue al aeropuerto me arrepenti no haberte pedido que
me acompañaras . No se dio cuenta que no insisti ? ... me parecio extra-
ño si....le pregunte nuevamente por su estado de salud....- no te preo-
cupes....estoy bien. Mientras hablabamos, note que entre los pasajeros
que iban a Republica Dominicana estaba Paloma San Bacilio.....le dije
que por lo menos iria muy bien acompanado ........finalmente le pre-
gunte que iba hacer en Santo Domingo.........esa fue la ultima vez ......
años despues fallecia.
Hoy he encontrado en la web desde Santo Domingo
este gratificante escrito.
NUESTRA HISTORIA
En 1876, Monseñor Rocco Cocchia había visitado a Don Bosco en Turín y le había pedido que enviase a la República Dominicana algunos sacerdotes para que se hicieran cargo del Seminario. Entre otras, se conserva una carta enviada por él a Don Bosco, en la que pinta al desnudo la realidad política, económica y educativa de aquella época. Diversas vicisitudes, que no es el caso mencionar ahora, impidieron la llegada de los Salesianos. A partir del año 1878 no volvió a hablarse del tema.
Cincuenta y cuatro años después de la última carta de Monseñor Cocchia a Don Bosco, llegó a la República Dominicana el primer salesiano en la persona del Padre Ricardo Pittini, con el encargo de fundar una Escuela Profesional. Se radicó definitivamente aquí el 6 de febrero de 1934.
El Padre Pascual Richetta, primer director de la nueva “Escuela Salesiana de Artes y Oficios”, había llegado al país el 25 de febrero de 1935. El 26 de agosto recibió en el Puerto de Santo Domingo, juntamente con el Padre Pittini, al primer grupo de salesianos. Fueron ellos: el Padre Francisco Cojazzi; los seminaristas Francisco Bordin, Gerardo Borsbom y Gabino Sánchez; los Coadjutores Clemente Faccin, Pedro Dalla Valle, Mario Veglia, Celestino Dall'Alba y Herminio Taglieri. Aunque increíble, de este grupo vive todavía, junto a la tumba de Don Bosco en Turín, el Señor Mario Veglia. Fueron los primeros de muchos que vinieron a compartirlo todo con los dominicanos. El exceso de trabajo minó la salud de algunos de ellos, hasta tal punto que se vieron obligados después de varios años a regresar a Europa.
Además de haber sido ellos los cimientos humanos de la “Escuela Salesiana de Artes y Oficios”, fueron también los fundadores del Oratorio Festivo: ese Oratorio que realizó una labor promocional, educativa y religiosa de primer orden y al cual recuerdan muchos con amor y nostalgia.
El 30 de enero de 1940 fue inaugurada la iglesia “San Juan Bosco”, fruto del celo de Mons. Pittini y del Padre Antonio Flores. Esta iglesia fue, sin duda alguna, el centro de irradiación cristiana en toda la parte alta de la Ciudad de Santo Domingo.
La Obra Salesiana empezó a extenderse a partir del año 1945. Fueron naciendo, una a una, las siguientes presencias: Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en Moca; Aspirantado Salesiano, en Jarabacoa, para la formación de los futuros salesianos; Parroquia María Auxiliadora, Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, Parroquia San Pedro Apóstol y Parroquia Cristo Rey, en Santo Domingo; Parroquia Santo Domingo Savio en la Vega , y Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en Mao. Estas parroquias tienen anexas obras educativas y sociales, tales como escuelas y oratorios festivos con canillitas, chiriperos y aprendices; centro juveniles con un cúmulo de actividades formativas y de promoción; dispensarios y proyectos de promoción humana.
Aunque sea de pasada, no podemos dejar de mencionar al Hogar Escuela Santo Domingo Savio, en Santo Domingo, en donde durante cincuenta años, han encontrado calor humano y familiar miles de niños y jóvenes.
La antigua “Escuela Salesiana de Artes y Oficios”, trasladada al Barrio María Auxiliadora de Santo Domingo y convertida en el “Instituto Técnico Salesiano”, al igual que el “Instituto Agronómico Salesiano” de La Vega , continuación de la antigua “Escuela Agrícola San Juan Bosco” de Moca, y el “Instituto Politécnico Industrial de Santiago”, son obras de capital importancia en el proceso de desarrollo de la nación. El entorno del Instituto Agronómico Salesiano, ha cambiado hasta tal punto, que se ha convertido en una zona industrial. A situaciones nuevas, respuestas nuevas: en este mismo año 2005, a la Agronomía le serán añadidas la Informática , Mecánica Industrial, Electrónica General y Electricidad Industrial.
En el año 1976 los salesianos pusieron pie en la nueva diócesis de Barahona, precedidos por Monseñor Fabio M. Rivas. Les fue entregada la Parroquia “Cristo Rey” con sus obras anexas.
Y ahora se asoma en el horizonte juvenil salesiano la ciudad de La Romana. Será un sueño hecho realidad.
De nada habrían valido los desvelos de los salesianos llegados de playas extranjeras sino hubiesen pensado en quiénes tomarían la antorcha al faltar ellos. Fue ése el motivo para la fundación del Aspirantado Salesiano de Jarabacoa, en el año 1947. Años más tarde se empezó en Moca y luego en Jarabacoa el Noviciado. Por último, la residencia de los jóvenes salesianos en la Calle Galván de Santo Domingo. Monseñor Pittini y los salesianos de la primera hora, intuyeron el porvenir: de los 180 salesianos que laboran en la Inspectoría Salesiana de las Antillas, donde una gran parte somos dominicanos de nacimiento.
Estando yo en Santo Domingo, con una cierta frecuencia visitaba el pequeño cementerio de los jesuitas en Manresa Loyola. En esas visitas, mientras rezaba alguna oración, iba repasando uno por uno a los jesuitas sepultados en esos escasos metros de tierra. Pensaba en cuánto debe nuestro país a esos hombres ahí sepultados, algunos de ellos pioneros y columnas de la Compañía de Jesús en la República Dominicana. Ese cementerio es un agradecimiento y una escuela.
Del mismo modo, pienso en aquellos salesianos que ya han fallecido. Unos están sepultados en Santo Domingo, en La Vega , en Moca , en Jarabacoa y en Barahona. Otros reposan en otras tierras. Sin ser excluyente, me siento en la obligación de mencionar a varios de ellos, que han dejado honda huella.
A una parte de los lectores tal vez los nombres les dirán poco. Para aquellos que han vivido con esas personas la realidad de la propia vida, esos nombres les tocarán las fibras más hondas.
De la primerísima hora hay que mencionar a Monseñor Ricardo Pittini, fundador de la Obra Salesiana en el país, cuyos restos reposan, por voluntad suya, debajo del piso de la iglesia San Juan Bosco. Murió el 10 de diciembre de 1961. Su figura, teniendo en cuenta la época en la que le tocó regir a la Iglesia Dominicana , no ha sido todavía aquilatada en su genuino valor.
Del primer grupo de salesianos llegados al país, recordamos al Señor Celestino Dall'Alba, muerto en Italia el año 1983 y recordado por sus exalumnos como excelente profesor de mecánica y como salesiano a carta cabal; al Señor Herminio Taglieri, primer salesiano muerto en la República Dominicana en el año 1955; y al Padre Gabino Sánchez, fallecido en Sevilla (España) el 6 de abril de 1991, a quien recuerdan sus alumnos de hace muchos años por su rectitud y entrega. A esa época pertenece el Señor Tomás Morales, llamado el “Maestro Sastre”, y el Señor Santiago Arroyo, maestro de carpintería. El Señor Tomás Morales murió en México el año 1984. Al Señor Arroyo el Señor le concedió una larga vida. Murió en Puerto Rico el año 2002.
Recordamos al Padre Antonio Flores, al Padre Antonio Figura y al Padre José Ortiz . Los dos primeros fallecieron en el año 1996: el Padre Flores en Guadalajara (México) y el Padre Figura en Haití. El Padre Ortiz murió en Puerto Rico el año 1992. Nos inclinamos reverentes ante la memoria de estos tres hombres que fueron parte importante de la zapata de lo que somos hoy. Yo mismo recibí de manos del Padre Flores las aguas bautismales.
El Padre José González del Pino fue Inspector Provincial de la Inspectoría Salesiana de las Antillas en los difíciles años desde el año 1957 hasta el año 1965. Moca lo cautivó. Habría sido su deseo terminar sus días en esa ciudad. El Señor tenía otros designios. Murió en la República Argentina , su patria, el 2 de febrero de 1971.
No podemos dejar de mencionar al Padre Bartolomé Vegh, Padre de los huérfanos, muerto en el año 1999; al Padre Valentín Debski, que pasó cinco largos años en un campo de concentración nazi y que, en lugar de descansar en su natal Polonia, vino y se quedó con nosotros hasta su muerte acaecida el 29 de junio de 1989.
Los antiguos oratorianos de principios de la década de los cincuenta recuerdan con afecto y agradecimiento al Padre Ernesto Buson, quien fue literalmente un mártir del trabajo. Agotado, regresó a Italia, en donde murió el 1º de enero de 1957. Los oratorianos de finales de esa misma década recuerdan al Padre Higinio Paoli. De Santo Domingo pasó a Cuba, nación a la que quería como su segunda patria. Murió en Italia en el año 1991.
En La Vega y Jarabacoa está viva la memoria del Padre Renato Capello, fallecido en Jarabacoa el año 1988, y del Padre Manuel Serrano, cariñosamente llamado “Manolito”, muerto en un accidente en el año 1992 en España, cuando se disponía a regresar a la República Dominicana después de una corta estadía con sus familiares. Esos lugares y Mao recuerdan también al Padre Ángel Oggionni, quien fue a morir a su natal Italia en el año 1988. En la Vega murió, varios años antes, en el 1964, el Coadjutor Salesiano Manuel Fernández, primer salesiano nativo de la República Dominicana.
Recuerdan también en La Vega con cariño al Padre Mauro Mourlot, quien murió ya anciano en Jarabacoa en el año 2000.
El Padre César Dal Santo llegó como voluntario por cinco años a la República Dominicana en el año 1969. Su amor y entrega al país fueron tan grandes que se quedó con nosotros hasta que la enfermedad lo doblegó. Murió en Italia el 12 de junio de 1987. ¡Cuánto se desvivió por la juventud de Mao! Mao, no lo olvides.
El Padre Pablo Mosko, quien nunca salio del país después de su llegada en el año 1947, murió en Jarabacoa el 31 de diciembre de 1988. Lo recuerdan agradecidos muchas generaciones de exalumnos y feligreses de la Obra Salesiana de Jarabacoa.
En el cementerio de La Vega están sepultados los restos del Padre Juan Artale, muerto en el año 1996, quien pasó toda su vida sacerdotal en la República Dominicana. Fue Inspector Provincial durante seis años. Lo recuerdan con cariño los antiguos seminaristas de Jarabacoa, todos sus exalumnos del Instituto Agronómico Salesiano y del Instituto Técnico Salesiano, los feligreses de la Parroquia Santo Domingo Savio y los Cursillistas de Cristiandad de La Vega.
Barahona conserva los restos del Padre Eugenio Mayoral quien, enfermo de cáncer, continuó en su labor de promoción y religiosa hasta su muerte el 11 de julio de 1985.
Aquellos que fueron muchachos en el Oratorio Don Bosco de Santo Domingo a finales de los sesenta y principios de los setenta, recuerdan al Señor Félix Evelio Alonso. Para esos muchachos era extraño el nombre “Evelio”. Sin malicia de ninguna clase llegaron a llamarle “Señor Sepelio”. Murió en Santo Domingo el 10 de diciembre de 1986.
Moca guarda con celo los restos del Padre Pedro Pescatore, del Padre Carlos Mandly y del Padre Juan Miguel Vicente, sacerdote entregado de lleno a su misión entre los jóvenes y muerto en un accidente de motocicleta el año 1974. Luchó al estilo sacerdotal por una Moca más sana.
Debemos mencionar con veneración en este momento al Padre Cipriano Ibáñez, apóstol de Moca por más de treinta años, y quien murió vilmente asesinado el 26 de enero de 1999, mientras realizaba su labor sacerdotal. La ciudad entera se volcó en sus funerales, que fueron un triunfo.
El 25 de mayo de 1989 la Inspectoría Salesiana de las Antillas perdía en un accidente automovilístico al Padre Aurelio Jiménez, encargado en ese entonces de la coordinación de la Pastoral Juvenil Salesiana. Amable, recto, entregado, dejó huellas profundas y es recordado por muchos con admiración y agradecimiento.
El Padre Víctor Miranda, cubano de cuna, pero dominicano de corazón, murió en su ciudad natal de Sancti Spiritus, Cuba, el 4 de septiembre de 1995. Regresó a su tierra para morir. Sus banderas fueron dos: la cubana y la dominicana. No hay exalumno del Colegio Don Bosco de Santo Domingo y del Instituto Técnico Salesiano que no lo recuerde con agradecimiento y respeto.
Al Señor José Ravizzini, hombre trabajador y recto, enamorado de su vocación salesiana, maestro de Mecánica Industrial de generaciones en el Instituto Técnico Salesiano, educador a carta cabal, nuestro agradecimiento. Apenas regresado de la clínica a su Instituto, con una sonrisa expiró. Era el 22 de mayo de 1998.
También recordamos con complacencia al Señor Juan Francisco García, salesiano alegre, que gastó su vida entre los jóvenes en el Hogar Escuela “Santo Domingo Savio”, en Jarabacoa y en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Santo Domingo, en donde murió repentinamente en la faena el 27 de enero de 1998. En esta misma iglesia parroquial, habíamos despedido hacía varios años, en el 1968, al Señor Efrén Bertan, que desarrolló plenamente su vocación en la barriada de Villa Juana.
El Padre Jorge Martí fue durante años un símbolo en la Parroquia “María Auxiliadora” de Santo Domingo. Prodigó grandes bienes en las misiones que se le encomendaban. Falleció el 31 de agosto de 1993 en Puerto Rico. Allí reposan sus restos, junto a los del Padre Fernando Perdomo, sacerdote que recuerdan con gran cariño en el Barrio María Auxiliadora, en el Barrio Cristo Rey y hasta en Boca Chica.
El decano de los salesianos en edad, el Padre Sixto Pagani, murió en Santo Domingo el 14 de abril de 1999. Hombre de fibra robusta, fue el primer Director de la Escuela Agrícola Salesiana de Moca. Estuvo en la brecha hasta que la salud y los años se lo permitieron. Sus exalumnos de la Escuela Agrícola de los años cincuenta, lo recuerdan con gratitud.
Debo mencionar en estos momentos a dos gigantes: al Padre Ignacio Ozmec, fallecido el 3 de septiembre de 1992 y al Padre Andrés Németh, muerto el 4 de marzo de 1999. Ambos serán recordados, no sólo por la Arquidiócesis de Santo Domingo, sino también por toda la ciudadanía. En donde quiera que se formaba un grupo humano, ahí estaba el Padre Andrés, callado y trabajador, a la nueva barriada en todas sus necesidades. Cuando el Padre Ignacio tomó las riendas de la Parroquia “Cristo Rey”, de Santo Domingo, sucediendo a los trabajos pioneros del Padre Andrés, siguió adelante con fuerte espíritu salesiano. Pregunten también ustedes a los más antiguos en el Barrio “María Auxiliadora” y en las márgenes del río Ozama quién fue el padre Ignacio. Pregunten también en toda la Capital y sobre todo en el Barrio Don Bosco y en Villa Consuelo quién fue el Padre Andrés. Por estos dos colosos, humildes y entregados, le damos gracias a Dios.
No podían faltar en este elenco los Padres Vicente Hórvath y Julio Sillas, trabajadores incansables. El Padre Sillas es recordado con agradecimiento por la ciudad de San Pedro de Macorís. Ambos habían pasado a servir al pueblo y a la Iglesia directamente a través de sus respectivos obispos.
Sería injusto si, antes de terminar, no recordase a aquellos salesianos cuya edad supera los setenta y cinco años y que teóricamente están en la edad de la jubilación. A ellos les debemos mucho.
Está entre nosotros, en su retiro de Jarabacoa, como un patriarca, el Padre Juan Ballari, uno de los pilares más sólidos de la Inspectoría Salesiana de las Antillas. Vino al país apenas ordenado sacerdote, a principios de la década de los cuarenta. Todos los campos aledaños a la pequeña ciudad del Santo Domingo de entonces, conocieron las huellas de su caballo, único medio de locomoción con que contaba. Padre Juan, gracias.
El Padre Mario Borgonovo, Inspector Provincial de la Inspectoría Salesiana de las Antillas desde el año 1966 hasta el 1972, a quien recuerdan también con cariño sus exalumnos, antiguos seminaristas, los cursillistas de cristiandad de Moca y los salesianos todos. En estos momentos se encuentra en una casa de reposo para ancianos en Puerto Rico.
En la “Casa del Sacerdote de las Américas” de San Francisco de Macorís, cuidado por las religiosas, está el Padre Nelson Carrillo, modelo de acogida y amor en Villa Consuelo y en Villa Juana.
Al Padre Luis Sertore, constructor incansable de capillas y escuelas en los campos de Moca, Jarabacoa, La Vega y Mao, parece que no le pesan sus ochenta y tantos años, pues sigue al pie del cañón en la Parroquia “Santo Domingo Savio” de La Vega.
El Padre Luis Dalbón, a quien agradece la Agricultura Dominicana la construcción del hoy Instituto Agronómico Salesiano de La Vega.
El Padre Enrique Mellano, venerado como padre y maestro por generaciones del Colegio “Don Bosco” de Santo Domingo y del Instituto Técnico Salesiano. Toda su vida sacerdotal salesiana la ha vivido en la República Dominicana. Ama a esta tierra hasta el punto que, al romper las tropas norteamericanas las paredes del patio del Colegio ”Don Bosco” en el año 1865, se enfrentó y cedió solamente ante el hecho cumplido. Recuerdo la conmoción que lo embargó en el instante en el que juraba por la Bandera Dominicana. En esos momentos afirmó, solemnemente que sus restos reposarían en esta tierra.
Hay que mencionar al Padre Jesús Hernández, conocido más bien por su entrega sin reservas a la Biblioteca Antillense , junto al Colegio Don Bosco. Futuras generaciones le agradecerán ese tesón y empeño, aun en medio de dificultades. Ya anteriormente había sido párroco en la Parroquia de Cristo Rey, en la Parroqua San Juan Bosco y en el Posnoviciado Salesiano de la Calle Galván.
Como si fueran dos jóvenes continúan trabajando los salesianos coadjutores Rosario Pilonero y Esteban Bozza. Ambos llegaron juntos a la Republica Dominicana en diciembre de 1950. Desde esa fecha han estado en la brecha, regando con sus sudores nuestros campos y enseñando a muchas generaciones de agrónomos. En agradecimiento a su labor, han sido condecorados por el Presidente de la República. Pilonero y Bozza, este pueblo los quiere y les agradece.
Cumplirá 75 años en el próximo mes de marzo el Padre Rafael Fernández, quien ha transcurrido toda su vida sacerdotal en la República Dominicana. El Colegio “Don Bosco”, el Instituto Técnico Salesiano, la Parroquia “Sagrado Corazón de Jesús” de Santo Domingo, el Noviciado Salesiano, el Aspirantado de Jarabacoa, el Instituto Agronómico Salesiano, la Parroquia “Sagrado Corazón de Jesús” de Moca y el Instituto Politécnico Industrial de Santiago, son testigos de su entrega. Como encargado de las vocaciones ha recorrido toda la geografía nacional.
Aunque no ha cumplido los setenta y cinco años, es un deber mencionar al Padre Joaquín Soler. Llegó al país siendo muy joven, en el año 1960. Lo llamaban “Joaquín Tractor”, por su ímpetu en el trabajo con los muchachos. Está ahora retirado, enfermo, en el Hogar Escuela “Santo Domingo Savio” de Santo Domingo.
Tampoco Mons. Fabio M. Rivas llega a los setenta y cinco. Sin embargo, ha realizado una larga trayectoria como salesiano y como obispo. Le faltaría mucho a la historia del Suroeste sin la figura de Monseñor Fabio Rivas. Allí dejó su salud, pero allí también sembró la semilla de la promoción humana y de la evangelización. Gracias, Monseñor.
Nos comprometemos a seguir las huellas de estos hombres que abrieron surcos y sembraron. Nosotros estamos cosechando.
Nos comprometemos también a seguir las huellas de muchos colaboradores de los salesianos, hombres y mujeres, que dejaron su vida en un servicio a la Patria y a la Iglesia Dominicana en labores apostólicas, de enseñanza y de servicio.
(P. Julio Soto SDB)
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