Thursday, August 6, 2009

Sucesos en el Malecon Habanero 1994 - 2009



“El Maleconazo” habanero del año 94, fue un espontáneo regalo de nuestro pueblo a todos aquellos que, durante decenas de años se han encargado de decir al mundo que existe una oposición en la isla. ¿Dónde se encontraban? Muchos de ellos guardando prisión, otros, redactando cartas y comunicados para difundir en los medios de Miami. Unos pocos reunidos en las embajadas extranjeras, algunos protestando porque tal o cual ministro o presidente extranjero no se reuniera con ellos y otros tantos, enfrascados en esas interminables y vergonzosas batallas donde cada grupo tira de los pellejos del otro para luego resumirla en una carta o renuncia. Lo cierto es que no estaban allí y se perdió una maravillosa oportunidad. Lo cierto es que el pueblo estuvo allí en aquellos violentos instantes y hoy, continúa esperando por ese abanderado que no quiere sacar la bandera de la sala de su casa. ¿Debo sentir vergüenza y pena cuando escribo estas líneas? Las siento, yo no soy un hombre valiente, de haberlo sido continuaría en la isla y quizás fuera el que alzaría esa asta, pero no lo soy, me encuentro en el extranjero y soy el menos indicado para decirle a nadie lo que debe hacer. ¡Ah! Pero una cosa muy distinta es no tener opinión o aceptar que alguien me imponga silencio para proteger lo que ya no tiene protección.

Recorriendo Internet como hago diariamente, encuentro una carta escrita por Fariñas donde describe con lujo de detalles todos esos pormenores que trato de sintetizar. Es extensa su carta y vale la pena leerla. La misma vergüenza y pena que he sentido al escribir estas líneas, armonizan plenamente con el sentimiento de frustración experimentado al leer aquella misiva escrita por uno de los que están adentro y conoce como nadie el terreno donde se mueve.

“El Maleconazo” se ha propuesto como una fecha que señale la rebeldía del pueblo cubano, estoy de acuerdo. Como espero también, los futuros historiadores sepan alejar este espontáneo evento de las manchas que pudieran producir algunos hombres que, tomaron la causa de la libertad de Cuba y sus dolores, como un oficio o profesión que los ayudara a vivir. Esa gloria no les pertenece.

Mis respetos para todos aquellos hombres y mujeres que se pudren en las cárceles cubanas y para aquellos “elegidos” sobre los que siempre cae todo el peso de la represión en la isla.

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