Wednesday, June 10, 2009

Julio Lobo Olavarria Sulema Rodriguez and Zoia Rivera




JULIO LOBO HOMBRE Y AFICIONADO A TODO LO
NAPOLEÓNICO
Julio Lobo Olavarría nació en Caracas, Venezuela, el 30 de octubre de 1898. Su
padre fue Heriberto Lobo y Senior, descendiente de judíos sefarditas, su madre,
Virginia Olavarría, pertenecía a una prominente familia católica venezolana. La
familia se trasladó a La Habana al ser nombrado Heriberto Lobo como
administrador de la sucursal de la North American Trust Company en la isla. Sus
estudios superiores, Julio Lobo los cursó en los Estados Unidos. En el año 1919, se
graduó como Ingeniero Agrónomo en la Universidad de Columbia y, luego, obtuvo
el grado de Máster en la Universidad de Loussiana.
A su regreso a La Habana, comenzó su gran carrera con éxito en el negocio
azucarero, hasta convertirse en una de las más destacadas personalidades de la
burguesía cubana. En su célebre novela La consagración de la primavera, Alejo
Carpentier, al estudiar las fabulosas fiestas de la sociedad habanera, hizo alusión a
la presencia de Julio Lobo, y lo calificó como "millonario sefardita, famoso por su
milagrosa vivencia en cuanto a alzas y bajas de valores".
Tanto las publicaciones de la época como los entrevistados coinciden en describir a
Julio Lobo como un gran estratega, plagado de pasiones y ambiciones. Se dice que
en su juventud había cruzado el Mississippi a nado y además había peleado en un
duelo, estas eran demostraciones de arrojo que no podía esconder tras su aspecto
rebosado y su voz baja. Su severa mentalidad de organizador, su gran sofisticación
y minuciosidad, contrastaban con su vida extraordinariamente social. Conocía a
personas de todos los niveles sociales. A sus reuniones acudían científicos y
académicos, personalidades locales, actores de Hollywood y artistas de la
farándula. Se dice que le gustaba en especial conocer a los individuos que tenían
aficiones poco comunes o amantes de pasatiempos insólitos.

Julio Lobo llegó a ser el más importante hacendado cubano, con grandes
posesiones de tierras distribuidas por todo el país: Pinar del Río, La Habana,
Matanzas, Las Villas y Oriente. Fue propietario único o mayoritario del mayor
número de centrales, cuya producción total ascendía a 4 117 mil arrobas diarias y
uno de los principales vendedores de azúcar en el mercado mundial. Su versatilidad
y astucia le permitieron también destacarse como comerciante y banquero en los
primeros años de la década de los años 50 y extender sus acciones a la esfera de
los servicios.
Aunque Julio Lobo sufrió, pasados los 40 años, varios ataques cardíacos y un
atentado en el 1946, vivió una larga vida. Murió en Madrid, el 30 de enero de 1983,
a la edad de 84 años.
Es conocido que Julio Lobo fue el creador de la más importante biblioteca sobre la
especialidad del azúcar, la que se trasladó a la Biblioteca Nacional al triunfo
revolucionario. Pero la más impresionante e impactante obra de toda su vida fue,
sin dudas, el estudio y recopilación de todo tipo de documento u objeto relacionado
con la figura de Napoleón Bonaparte. Esta afición dio origen a una de las grandes
joyas de la actividad bibliófila y coleccionista cubana, no sólo por su considerable
valor económico, sino por el valor histórico de la colección y el hecho de que fuera
Cuba la sede de tan importantes testimonios de la historia francesa.
Durante años, Julio Lobo se dedicó al estudio y recolección de todo cuanto estuviera
relacionado con la persona de Napoleón, por lo cual toda su vida estuvo conectada
a él. Si se considera la fusión de su capacidad de trabajo, pensamiento estratégico,
aficiones, severidad y pasión, resulta prácticamente imposible desenfocar las imágenes del corzo, descritas a través de la historia, que lo revelan como una de
las más impresionantes personalidades mundiales, cuya influencia en el continente
europeo determinó profundos cambios históricos.
Será por eso que los autores hablando de la personalidad de Julio Lobo señalaban
su "complejo napoleónico", término que resalta su identificación intelectual y
afectiva al Emperador. Es más, se especulaba que su empeño en hacer crecer un
Imperio de Azúcar, tenía como base pretensiones muy cercanas a las napoleónicas.
En más de una ocasión, en las páginas sociales de El Mundo y el Diario de la
Marina, el incansable sacarócrata fue catalogado como Rey de los negociantes del
azúcar del mundo.
Referente a las habilidades y aptitudes de Julio Lobo en el mundo de los negocios y
a su identificación con Napoleón Bonaparte, la revista Cuba Importadora y
Comercial, publicó, en 1937, unos curiosos versos:

"Napoleón de los negocios,
Y mente de mucha talla,
Gana para él y sus socios,
Un triunfo en cada batalla"1

LA BIBLIOTECA NAPELEÓNICA DE JULIO LOBO
Por mucho tiempo, el coleccionista sólo adquiría las piezas y las acumulaba sin
ningún orden en su propia residencia, por lo cual su colección radicó primero en su
casa de Miramar y luego la trasladó al edificio de 4 y 11 en El Vedado. Señala
Audrey Mancebo que la primera inspiración del coleccionista fue su propia
satisfacción, el deseo de reunir para sí lo más valioso de la época napoleónica: "Le
enorgullecía decir que tenía piezas por las cuales el gobierno francés daría casi
cualquier cosa".a Sin embargo, para los años 50, Julio Lobo se percató de la
necesidad de organizar su colección y formar una verdadera biblioteca. He aquí el
momento en que su afán de coleccionista y propietario, se transformó en el deseo
de poner su valiosa colección a disposición del público cubano.
Su biblioteca napoleónica en sí comenzó a organizarse en el año 1954, bajo la
dirección de María Teresa Freyre de Andrade, amiga personal de Julio Lobo. Con
gran experiencia en la organización y funcionamiento de las bibliotecas del Lyceum
Lawn Tennis Club, María Teresa fue una de las más reconocidas bibliotecarias de la
época. Junto a ella fueron a trabajar allí otras de sus colegas: Audrey Mancebo,

Miriam Tous, Ana María Bru, Cecilia Goitizolo, Kety Quijano, Martha Souza, Matilde
Aisenstein y Graciela Cancio, quien se encargaba de mecanografiar los documentos
en la biblioteca.
El trabajo de la biblioteca se organizó de manera que las compras de nuevos
ejemplares estaban a cargo de María Teresa, mientras que el resto se dedicaba a
las tareas de procesamiento de los documentos, traducciones o guías de los
visitantes extranjeros. Cuando en 1957 María Teresa se fue a París, su mano
derecha en la biblioteca, Audrey Mancebo, pasó a ocupar su lugar hasta la
dispersión de la colección en el año 1959.
Cuenta Audrey Mancebo que en su oficina, que se encontraba en el segundo piso
del museo, había todo lo necesario para el trabajo, incluso máquinas de escribir y
una fotocopiadora.



En cuanto al completamiento del fondo de la biblioteca, este se efectuaba de la
siguiente forma: la selección de las nuevas adquisiciones la realizaba el propio Julio
Lobo, quien recibía los catálogos de las casas de subastas estadounidenses y
europeas. El único requisito para la selección era que los documentos hubieran
pertenecido a la época napoleónica, preferentemente al propio Emperador y sus
cercanos. Como se mencionó, María Teresa era la encargada de comprar los lotes
seleccionados, tarea que posteriormente asumió Audrey Mancebo.
Según sus recuerdos, la colección incluía los siguientes tipos de documentos:
 Manuscritos
 Diccionarios
 Monografías
 Mapas
 Atlas
 Correspondencia
 Biografías
 Documentos oficiales (leyes, estatutos)
 Historias de familias
 Retratos
 Souvenirs
 Periódicos
 Láminas
 Partituras
 Copias de documentos originales
 Notas de viajes y diarios de campañas

Los documentos se encontraban principalmente en los idiomas francés, inglés,
italiano y español.
Resulta de gran interés el procesamiento de los documentos que ingresaban en la
biblioteca. En un principio, estos se catalogaban según los estándares
internacionales y se clasificaban por el Sistema de Clasificación Decimal Dewey. No
obstante, Audrey Mancebo señala que Julio Lobo no estaba satisfecho. Él se dio
cuenta de la necesidad de crear para su biblioteca, un sistema de clasificación
especializado en la época napoleónica,por eso, utilizando sus muchos contactos en
el extranjero, conoció a Josy Muller, Conservador Adjunto de los Museos de Arte e
Historia de Bélgica y especialista en las cuestiones napoleónicas. Entonces, lo invitó
a venir a Cuba a hacer este trabajo".1
Ya en el país, Muller trabajó durante varios meses con la ayuda de Audrey Mancebo
y, como resultado, se concibió un sistema alfanumérico, con letras mayúsculas para
las clases principales y números romanos para las subclases. El sistema estaba
organizado por épocas: Reinado de Luis XVI; Revolución Francesa, 1789-1799
entre otras. Dentro de estas coincidían algunas categorías como trabajos generales,
trabajos especiales y misceláneas.
La biblioteca poseía un catálogo alfabético de autor, aunque ese era sólo para uso
de las especialistas de la biblioteca. Cuando el catálogo estuvo listo, Julio Lobo lo
mandó a editar en la Imprenta Úcar García, s.s. (La Habana, 1958). El catálogo en
cuestión contaba con 2 321 registros de 1 356 autores, entre personales e
institucionales, recogidos en un índice de autores anexo al final de la obra. La
introducción al catálogo impreso fue redactada por el propio Julio Lobo y el prefacio
fue de la autoría de Josy Muller.

Era impresión de lujo, de 161 páginas, que reflejaba sólo la primera parte del
catálogo manuscrito. El resto del catálogo no llegó a imprimirse, porque Julio Lobo
salió de Cuba al triunfo revolucionario.
La colección crecía constantemente, por lo que resulta imposible llegar a alguna
conclusión firme con respecto a su tamaño. Se sabe que para el año 1958
finalmente, se trajeron todas las piezas guardadas en los almacenes de Nueva York
y según asegura Audrey Mancebo "todo lo que llegó a Cuba se integró al catálogo".1
La biblioteca era casi exclusivamente para el uso de Julio Lobo; no obstante,
algunos expertos internacionales visitaban La Habana con el objetivo de consultar
algunos ejemplares de la colección, únicos en el mundo. Sin embargo, la consulta
jamás se realizó en el propio salón de la biblioteca. Cualquiera de las bibliotecarias
recibía la solicitud, pero la única persona, además del dueño, autorizada a entrar en
la biblioteca, era Audrey Mancebo. Ella realizaba la recuperación, le llevaba los
documentos a su oficina y los devolvía luego a su sitio en la colección. "Para él
aquella biblioteca era un lugar sagrado. Más de una vez lo encontré muy pensativo,
sentado en aquellos enormes butacones del salón. ¿Cuántas ideas le habrán nacido
allí?".1
Victoria, la nieta de Julio Lobo, cuenta que: "le encantaba escribir en los márgenes
de sus libros y a todos les ponía sus iniciales, para que todos supieran que eran
suyos".1 Personalmente, Lobo ponía a cada uno de los libros de la biblioteca, un
sello de la Fundación Lobo Olavarría o de la Biblioteca Julio Lobo. Muchas de las
piezas eran fácilmente identificables por la N napoleónica.

DISPERSIÓN DE LA COLECCIÓN DE LA BIBLIOTECA
Al triunfo revolucionario en 1959, Julio Lobo salió del país hacia EE.UU. con unos
escasos documentos pertenecientes a su preciada colección.
Referencias obtenidas de las entrevistas sugieren que algunas piezas fueron
empaquetadas y enviadas a la embajada francesa en La Habana. Estos documentos
se recuperaron parcialmente en el año 1976, por su hija María Luisa, con la ayuda
de Celia Sánchez Manduley. Actualmente, estas piezas forman parte de los archivos
familiares en Miami, Estados Unidos.
La mayor parte de los documentos de la colección pasaron a la Biblioteca Nacional
"José Martí", donde actualmente se encuentran. Recuerda Olga Vega que como
concepto, cuando llegó la colección a la biblioteca, se distribuyó por áreas de
trabajo, de acuerdo con la tipología de los documentos: a la mapoteca, el material
cartográfico, a manuscritos, toda la parte de los manuscritos, y esa por ejemplo, es
una de las que se encuentra sin procesar, por el volumen y complejidad de los
documentos; sin embargo, todos se hallan bien localizados".b
La mayor parte de la colección (unas 7 000 piezas) se atesora, desde el año 1961,
en el Museo Napoleónico de La Habana, sito en San Miguel y Ronda, antigua
residencia del político de origen italiano Orestes Ferrara.
Resulta paradójico y preocupante el estado de organización y conservación de la
colección, prácticamente perdida. Según referencias de la especialista de la
Biblioteca Nacional, donde se encuentra ubicada la mayor parte de la colección de
la biblioteca, "la organización y representación de esos documentos requiere un


conjunto de competencias especiales: el idioma es una de ellas, principalmente es
necesario que el especialista domine los vocablos utilizados en la época; los
conocimientos históricos indispensables para la elaboración de los índices.
Actualmente, no se cuenta con el personal suficiente en número y capacitación para
organizar la colección de manuscritos".2
Un proyecto de semejante envergadura implica un esfuerzo coordinado de varias
instituciones que combine la actuación de especialistas y el financiamiento
adecuado para la preservación de ese patrimonio. De ahí que un factor
determinante para la implementación de proyectos de conservación de colecciones
raras y valiosas sea contar con estudios de carácter histórico que demuestren sus
valores e impacto social.
Lo ideal sería agrupar todos los documentos pertenecientes a la biblioteca
napoleónica de Julio Lobo en una sola colección, organizarla según el sistema de
clasificación especial creado para su biblioteca y ponerla a disposición de todo el
público.
Investigadores participantes
 Audrey Mancebo
 Zoila Lapique
 Juan Emilio Friguls
 Victoria Ryan Lob


Ahora bien, respecto a su faceta de coleccionista, en las publicaciones de la época
no se le reconoce como bibliófilo aunque se destaca su afición desmedida por los
libros y se señalan algunas características que permiten arribar a esta conclusión.
Sobre su Biblioteca-Museo se publicaron pocos artículos; no obstante, resultaba
habitual la aparición de noticias sobre las valiosas piezas que atesoraba.
La escasa información obtenida a partir del análisis documental se amplió y
esclareció mediante las entrevistas realizadas a varias personas que estuvieron en
contacto directo con Julio Lobo o algún otro miembro de su familia. De gran valor
para la investigación fueron los datos aportados por Audrey Mancebo, Zoila
Lapique, Olga Vega y por una de las nietas de Julio Lobo, Victoria Ryan Lobo.

1 comment:

Khadeer said...

Good video, cant read spanish though!

Have a great day
Khadeer
http://bigakhi.blogspot.com