Tuesday, November 11, 2008

Los Comercios de la Calzada Luyanó (entre Porvenir y Concha)



En la esquina de Porvenir y Calzada de Luyanó estaba la ferretería de Lastra. Lastra vivía al costado de la Trece Estación de Policía. Casado con María habían procreado tres hijos, Pepe, Paco e Irene. Usualmente, Lastra, después del trabajo, solía ir a la bodega que estaba frente a la Tintorería La Conchita, y después de reunirse con algunos amigos regresaba a la casa. En el 1959, perdió el negocio. Frente a la ferretería de Lastra, tenia su negocio la mulata María Luisa, quien tenia en esos tiempos (1956) cerca de los sesenta y tantos.

El negocio era de ventas de billetes de lotería, hubo un tiempo que alquiló el local a América Leiva. Esta ultima puso una cafetera niquelada vendiendo café y café con leche. María Luisa era tranquila, inteligente y amable. Pasando el Pastrana, había un español que tenia una bodega, al lado había un lugar donde vendían pollitos chiquitos (allí vi mi primer pollo morado). Al lado del negocio de pollitos estaba la ferretería Santos Bouza y Cía. Santos Bouza, Alejandro Bouza y Fortunato Bouza eran tres hermanos que habían emigrado desde Taramundi -Asturias- España, a principios de los treinta. Entre los empleados, estaba Rosendo Regalado, este trababa en la contabilidad. Cuervo era el mas querido de los empleados, también estaba Jesús amante de la hora del Tango (programa radial cubano).

La Ferretería Santos Bouza y Cía. estaba anclada en la Calzada de Luyanó casi esquina a la Calle Concha (Ramón Pinto), Había un restaurant cafetería cuyo dueño Don Pepe era una de las personas mas simpáticas del área. Miguel, el de la lunch, rodeado de largos cuchillos, hacia en La Habana los mejores sándwich cubanos. Pan de Barra, pepino, queso holandés (bola roja), sobreasada española, jamón dulce, cerdo asado, rodeado de mantequilla. El costo era de un dólar (un peso), usualmente los cubanos lo acompañaban con una materba o iromber. Don Pepe, tenia una empleada de nombre Graciela. Era ella de estatura pequeña, pelo negro, usaba lentes. Cuando Don Pepe iba a tomar su siesta ella tomaba su lugar. Pepín el hijo de Don Pepe, visitaba con frecuencia la barra que fungía como cafetería, y detrás estaba el restaurant. Durante toda mi niñez, diariamente iba a almorzar un sacerdote.

Mi plato preferido era el parquito con papitas fritas. Por falta de apetito, mi padre me pedía antes de las comidas, un Cinzanito (botella pequeña). La variedad de bebidas de licor que habían en la barra de la Asunción, era así como se llamaba el lugar, era impresionante. María Brizai, Volgas, Bacardi, Whisky, Bombón Crema, Anís El Mono, Fundador, Terri Malla Dorada, Felipe II, Val 68, etc. Anclada en el mismo espacio estaba la billetería de Antonio. Antonio era el mensajero que mediaba entre mi Madre y mi Padre. La billetería era como esos estancos que hay en Madrid. La billetería vendía, cigarros, tabacos, pastillas mentoladas, pastillas de violeta, papel de cigarros, picadura de Egipto, Turquía, Madagascar. Boquillas, pipas, chocolates Hershey, chicles Adams. Antonio era delgado, alto, pelo negro con un tabaco siempre en la boca. Fue la única persona que deje entrara en mi drama familiar.

(Continuo después, (9:02) voy a la misa que Luis Falcón le da hoy a CC en la Placita Olvera (Los Ángeles)

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