Wednesday, November 26, 2008

Embajador Cubano y la Revolucion Mexicana by Juan Maria Alponte

México y el mundo
Juan María Alponte
23 de noviembre de 2008
Fastuosas fiestas del 16 de septiembre de 1910, Centenario de la independencia. El día 15 celebró, Porfirio Díaz, su 80 aniversario. Nació el 15-IX-1830. Le faltaron 24 horas para asumir, en sí, los dos aniversarios. Debajo el fuego.

Las huelgas de Cananea y Río Blanco revelaron el drama social. El hombre de los dos aniversarios anunciaba, el 4-X-1910, por bando, que había sido reelecto. El 7, Madero hacía público el Plan de San Luis —redactado en San Antonio Texas— invitando, él, un hombre moderado, a su antítesis: a la insurrección para el 20 de noviembre.

La vida no se anuncia. Proclamó, el 18, en Puebla, el estallido en la casa de los Serdán. El 25-V-1911, el caudillo de los dos aniversarios y la No-Reelección, escribía, con una letra calma su renuncia a la Presidencia. El 7-VI-1911 entraba, en la ciudad de México, triunfalmente, Francisco Ignacio Madero. Había nacido el 30-X-1873. No había cumplido, aún, los 38 años. Ese día, Henry Lane Wilson, embajador de EU en México —el Censo de 1910 contó 15.2 millones de mexicanos— informaba a Washington (página 226 de su libro, Diplomatic Episodes in Mexico, Belgium and Chili) sus impresiones: “Madero fue recibido (sintetizo por el espacio, pero sin transformar los valores, ya que no he nacido para eso) más como un triunfador romano que la bienvenida a un héroe popular democrático”. En su informe (Dispatch to our government) hacía una predicción: “Teniendo en cuenta la tendencia natural de las masas de México al desorden y la ausencia de la ley y la inadecuada plataforma de las políticas de Madero, predije que la revolución comenzada contra Díaz (sic) continuaría contra Madero. En el cuadro de esas condiciones, unhappy, fue elegido Madero para la Presidencia…”. Añade: “Por un total de votos insignificante en una población de 15 millones”. Insiste en que se generalizó la violencia contra los estadounidenses en todas las áreas económicas abiertas por el porfiriato: ferrocarriles, petróleo, comercio, bancos. La inversión estadounidense era de unos mil millones de dólares. Añade: “el 40% —dice— de las inversiones norteamericanas, entonces, en el mundo”. El 19-II-1913, el golpe militar. Después de los combates de la Decena Trágica, Madero y Pino Suárez, prisioneros, tuvieron que renunciar a sus cargos. El 22 fueron asesinados. El libro de L.W. recoge y recupera las notas intercambiadas el 17 de febrero (reveladoras) entre el embajador y el presidente Madero. Horas angustiosas. También las notas, el 18 de febrero, intercambiadas con el general Huerta (a quien recibiría en la embajada en la fiesta aniversario del natalicio de Washington) y su encuentro con la angustiada esposa de Madero y la madre del presidente. Agobiadas. La madre entregó al embajador una corta y dramática carta dirigida al presidente de EU pidiéndole que interviniera para evitar la muerte. Consta en el libro. El 18 la esposa de Madero se refugió en la embajada de Japón y al saber, en la noche, la ejecución, se presentó ante la soldadesca, que la maltrató, para reclamar, inútilmente, su cuerpo. Ante ello se presentó, al alba, ante el embajador de Cuba, Márquez Sterling (le debemos un libro complementario, y el otro lado, del de Lane Wilson, Los últimos días de Madero) y éste, apesadumbrado, le dijo: “Pondré una nota a Lane Wilson”. Ella le dijo: “Ese no”. El cubano: “Es el único”. Allí mismo, ante ella, escribió la carta. No mucho después hubo respuesta: el embajador de EU había intercedido para que fuese posible la entrega de los cuerpos. El embajador cubano, temeroso de más graves hechos (habían asesinado Gustavo Madero) y bajo bandera cubana llevó a la familia, para protegerla, a Cuba. Dos libros para la historia del Centenario de la Revolución.

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