Wednesday, November 12, 2008
Los Funerales de Una Cortesana by Julian del Casal
Los Funerales de Una Cortesana by Julian del Casal
Tras la cortina de terciopelo carmesi , guardecida de flecos de oro
que ornaba el marco de un balcon de la regia estancia, se hallaban
juntos, en fria tarde invernal , arrullados por las rafagas heladas del
viento y por las gotas de lluvia que golpeaba los cristales de la ven-
tanas , un monarca de eterna recordacion y la ultima de sus favoritas.
El se llamaba Luis XV y ella la condesa Dubarry. La favorita , envuelta
en lujoso abrigo de pieles , apoyaba el brazo en mullido cojin de seda
azul , bordado de flores plateadas ; el principe vestido de gala se ha-
bia tendido sobre ancho divan de damasco, prodigando a la bella pe-
cadora todas las ternuras y todos los anhelos de su alma enamorada.
Al cabo de algun tiempo, se incorporo el monarca ,- arreglandose la
empolvada cabellera , cuyos rizos habian deshecho los dedos eburneos
de la Dubarry se detuvo en el umbral del balcon.
Un espectaculo triste se prensento ante sus ojos.
A lo lejos , entre los arboles del camino , desnudos de hojas y vestidos de
escarcha , se veia pasar el reflejo moribundo de la tarde, cuatro humildes
capuchinos que llevaban pobre ataud de madera, cubierto de paño negro y
tachonado de estrellas.
Dentro del ataud iba el cadaver de Madame de Pompadour
Ella , habia sabido elevarse desde el hogar de humilde carnicero hasta las
gradas del tronco; que era la diosa del bosque de Senart, donde se presen-
taba con un halcon en la mano, semejante a las antiguas castellanas ; que para
cambiar el orden de las cosas no tenia mas que pronunciar una sola frase
de amor;que habia sido la Madona de los grandes hombres de su epoca,como
Maria lo es de los cristianos; que sabia ejercer las funciones de la diploma-
cia tan bien como las de la galanteria; que merece el nombre de Hada de la
Frivolidad por haber creado un mundo de preciosidades artisticas , bajo al
sepulcro , en el mas bello periodo de su existencia , revestida del burdo traje
de la tercera orden de San Francisco , con el grueso rosario a la cintura
y la cruz de madera entre las manos , siendo enterrada, por orden suya,
en pobre fosa del convento de capuchinos de la plaza de Vendome.
Cuentan que el rey , al retirarse del balcon , exclamo friamente, besando
las mejillas coloreadas de la Dubarry que se habia inclinado en sus hombros !
- !Pobre Ponpadour ! ! Que frio va a sentir esta noche en su sepulcro !
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