Sunday, December 30, 2012

America Leiva Navia 1992 - 2012


 A la memoria de America Leiva Navia 
Camaguey  - Cuba        26 de Septiembre 1926
Los Angeles -California 30 de Diciembre 1992 



A mi Madre  jose Marti 1853 - 1895
 

Madre del alma, madre querida,

Son tus natales , quiero cantar.
Porque mi alma, de amor henchida,
Aunque muy joven , nunca se olvida

De la que vida me hubo de dar.


Pasan los años ,vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
Por tus caricias arrobadoras
Y las miradas tan seductoras
Que hacen mi pecho , fuerte latir.

A Dios  yo pido constantemente
Para mis padres vida inmortal,
Porque es muy grato , sobre la frente
Sentir el roce de un beso ardiente
Que de otra boca nunca es igual.


A Leonor Perez    Jose Marti 1853 - 1895 

Mírame, madre y por tu amor no llores,
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores.





   A mi madre   Julian del Casal 1863 - 1903 
  
No fuistes una mujer,  sino una santa
que murio de dar vida a un desdichado,
pues sali de tu seno delicado.
como sale una espina de una planta.

Hoy que tu dulce imagen se levanta
del fondo de mi lobrego pasado,
el llanto esta a mis ojos asomado,
los sollozos comprimen mi garganta.

y aunque yazgas troncada en polvo yerto,
si ofrecerme bienhechor arrimo,
como quieras que estes siempre te adoro,  

porque  me dice el corazon que has muerto
por no oirme gemir, como ahora gimo,
por no verme llorar, como ahora lloro.




Ya Era Muy Viejecita   Jose Angel Buesa 1910 - 1982

Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.

Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.

Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.

Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce que soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.

Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.

Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.

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