Sunday, August 26, 2012

Ramon de Palma Bicentenario Los Amores del Cocuyo y la Maravilla



a la memoria de Daniel Grajales

Los Amores del Cocuyo y la Maravilla
Ramon de Palma
1812 - 2012

  A principio  cuando   el Gran Padre hizo todas las cosas,
dos poderosos Espiritus se dividian el imperio de la tierra:
el uno era Albal, protector de las criaturas y el otro Triura,
enemigo  de todo lo creado.  El  Dios  del bien velaba  sin
descanso  por  conservacion  de los vivientes,  y cubria de
sombras la tierra, para ocultarlo a los ojos de su perseguidor;
pero Tuira habia  conseguido una inmensa cuaba, y desper-
tarse la encendia saliendo con su luz por un agujero de 
la caverna luminosa de Haiti, y recorriendo los bosques 
de Cuba destruia con sus enarboladas flechas a cuantos
sus ojos alcanzaban.
    Cuando se sentia fatigado de la caza. bajaba a bañarse
en las aguas del mar , donde apagaba su antorcha, regre-
sando despues a nada a la caverna.
    Entonces era cuando los vivientes, que se habian escon-
dido en los mas reconditos senos de las cuevas, a donde no
alcanzase la luz de su enemigo salian a respirar el aire 
embalmasado de las flores, Abal los cubria con la sombra 
de sus alas, y bien podia tender sus redes en las lagunas, y
saborearse con las almibaradas frutas de los bosques.
     Es cosa muy de notarse, que todos aquellos vivientes de 
creacion antidiluviana, eran solo del sexo masculino, y que
las mujeres, o no existieron hasta despues, o lo que es mas
conforme a la tradicion en   que nos ocupa, no  las habian
descubierto los hombres todavia.
     Sucedio , pues , que un mozo de los de aquella especie
primitiva  de   homonocturnos,  al sacar sus redes   de  una 
laguna , noto  entre   otros un pez , que a lo que pudieron 
descubrir sus   ojos avezados a   la oscuridad , era de una 
forma diferente a cuantos hasta entonces habia visto. Con
gran cuidado vacio las redes sobre la yerba, pero al coger
aquel raro animalito , noto ser tan huraño y resbaloso, que
a pesar de todos sus esfuerzos se le escurrio entre las manos, 
y de un salto volvio a sumergirse en las aguas de donde 
habia salido.  La tristeza del mozo fue extremada, la cual 
crecio de punto cuando al echar las redes distintas ocasiones,
ni aparecio el mismo pez, ni otro que se le asemejase.
  Empeñado el mancebo en su pesca, se hubiera dejado sor-
prender porla luz del enemigo del hombre varias veces, a no
no ser porque sus compañeros le advertian la retirada. Sin
dar con el motivo, sentia que el sueño huia de sus ojos , que 
el tiempo era mas largo y que cada vez se le hacia mas 
insufrible la violencia de su encierro.
   Despues de inutiles tentativas, una noche , por fin , advirtio 
con regocijo delizarse a la lumbre del agua , la plateada 
espalda del precioso pez, y que agitando sus aletas con cierta 
especie de regocijo, casi venia a metersele entre las manos. 
Varias veces logro atraparle, pero como era tan resbaladizo, 
se le escurria , casi sin esfuerzo , de las manos y saltando en
las ondas volvia a provocarle de nuevo , con toda la graciosa 
coqueteria de una muchachuela de quince años que se burla
de un viejo gotoso y enamorado.
    Repitiose esta escena varias noches, hasta que ya desesperado
el pobre mozo y convencido de la inhabilidad de sus recursos,
apelo al poder divino invocando los zemis de su caverna, a fin
de que le sirviesen de mediadores con Abal , para salir de aquel
apuro.
    Abal oyo sus suplicas , y le envio un sueño misterioso que le
sirviera de avizo. El mancebo soño que su mano era demasiada 
suave, y que habia animales de piel aspera y escamosa, a cuyo
contacto cederia la resbalilla  de  aquel animalito.  Bastole  esta 
advertencia , y sin que  la tradicion nos refiera por cual arte, 
ello es que logro formarse en las manos tal aspereza, que una
noche en que ,  como de costumbre, vino a metersele entre ellas
el burlon animalito , le atrapo de manera que no le dejo arbitrio 
de escaparse.
   Cargo, pues , lleno de regocijo con su presa, y fue a dar bien
lejos  de  alli  con  ella, donde, por  mas saltos que pegara, no 
pudiera   burlarle  nuevamente .   Coloco, pues,  el  precisoso 
pescado  en el seno  de  una enmarañada  selva , y se  puso  a 
contemplarlo con la alegria de una inocencia verdaderamente
antidiluviana. Pero aquel extranno viviente no parecia mostrar
deseo alguno de escaparse, y de tan zahareño y rebaladizo como
era, se habia convertido  en la  criatura mas  dulce, tranquila y 
pegajosa. 
   Aun mayor sorpresa le esperaba al mancebo; aquel ser habia
lanzado un suspiro , si, estaba seguro de haberlo oido; pero lo
mas admirable era que el acento salido de sus labios , no heria 
solamente el timpano como los demas sonidos, sino que parecia
llegar derecho al corazon, causando en el una conmocion extraor-
dinaria. 
    Poseido de un nuevo y extraño sentimiento , acercose el man-
cebo a examinar otra vez la causa de tantas impresiones , con 
la misma ansiedad que si nunca la hubiera visto , pues sintio o
que hasta entonces  no habia   descubierto la verdad, o que se
habia   efectuado una  metamorfosis  en aquel objeto y todo lo 
que le rodeaba. 
     Sus ojos brillaban en la oscuridad con una luz fascinadora,
y su boca exhalaba un silencio embriagador, con que jamas 
se habia las brisas de la noche .  Las que le habian parecido 
aletas al principio , eran dos brazos morbidos que le atraian 
quitandole la fuerza y la  voluntad de  separarse de su lado,
Una  armonia  celeste resono  en los aires , y  al son de esta 
musica oyo  una magica voz  que  murmuraba en sus oidos :
Yo soy  la compañera del hombre: la mujer.
    La embriaguez de la felicidad penetro hasta la medula 
de sus huesos, perdio el  conocimiento de los sentidos , y 
quedo sumerjido en el delirio.
      En vano Abal , protector de estos  primeros  amantes, 
viendo reflejar la antorcha de Turia, en la boca de la caverna
de Haiti,  intentaba  cubrirlos  con sus  alas.  Pronto  la  luz 
ilumino la tierra , y el dios del bien no encontro otro arbitrio 
para salvar a sus protegidos , que metamorfosea en su suenno.
      Cuando Tuira bajo a bañarse en el oceano , en el mismo 
lugar donde se durmieron los amantes, se vio a la maravilla 
abrir su misteriosa corola al soplo de los espiritus de la noche,
y al escondido cocuyo  tender sus alas y libar el nectar de su
seno, iluminando las sombras con rafagas de zafir y de topacio.


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