Monday, June 21, 2010
Mariel 30 Años Despues Zu Galeria
Testimonios del Mariel
Zu Galería Fine Arts los invita a este Viernes Cultural, con el cierre de la exposición: Farewell to the Sea, un homenaje al 30 Aniversario del Mariel.
La clausura será un intercambio testimonial sobre el Mariel, con varios de sus protagonistas
25 de Junio, 8pm
Zu Galeria Fine Arts
2248 SW 8th Street
Little Havana, Fl 33135
786-443-5872
www.zugaleria.blogspot.com
El Arca del Mariel, Acrilico, 18 x 24, Florencio Capestany
Con la participación de :
Elizabeth Caballero
José Caballero
Luis de la Paz
Belkis Proenza
Juan Carlos Zaldívar
Y la participación especial como moderadora de la escritora Carmen Duarte.
Un niño de diez años recuerda ..........
El Lugareño Blog
Recuerdo el run run de que nos había llegado la salida. A los niños no se les dice nada, costumbre de los adultos, pero yo siempre estaba alerta de lo que estaba pasando a mi alrededor.
Anteriormente, habíamos tenido la experiencia de irnos para La Habana, nosotros los guajiritos de Morón pero tuvimos que regresar. Teníamos visas para viajar a México y fuimos a sellar el pasaporte. Al llegar, nos enteramos de la situación de la Embajada del Perú. Mi tío, de Miami, se comunicó con nosotros y nos dijo que vendría a buscarnos. Estuvimos más de un mes en La Habana esperando y nada. Regresamos a una casa medio vacía, ya que hasta los mosquiteros habíamos regalado, y ahora nuestros amigos y familiares no nos prestaban nada.
Una tarde del 1980 nos llegó la salida, pero solo a tres de la familia, de los siete que eramos. Mi madre siempre lista para la pelea, una mambisa, salió de inmediato para Ciego de Avila a las Oficinas de Inmigración y allí le recordó al oficial Venegas, creo que se así se llamaba, que viajábamos todos o nadie! Nos fuimos cinco, mis abuelos se quedaron detrás.
Nos vinieron a recoger en un carro a la casa y nos llevaron para Ciego de Avila a las Oficinas de Inmigración y de ahí, de pueblo en pueblo, con mitines de repudio incluidos, hasta llegar al Fontan, un resort frente al mar de miles de estrellas, solo para la escoria.
En el Fontan nos encontramos con unos amigos que tenían una casa de campaña y con ellos nos alojamos. Nos bañabamos en el mar, y desde ese día nos alimentamos con las cajitas que repartían, y que contenían en su interior: arroz blanco duro, spam a veces, yogurt plain, que lujo aquel resort! No recuerdo cuantos días estuvimos en ese lugar, fueron muchos hasta llegar al Mosquito, mi mama cumplió sus 33 años en aquel lugar.
Allí nos albergaron bajo carpas, y nos agruparon bajo el nombre del Barco asignado. Lo único que no logro recordar, de todo lo relacionado con el Mariel, es el dichoso nombre de aquel camaronero. Nos dijeron que buscáramos a los otros del mismo barco y que nos agrupáramos, del nuestro nadie aparecía. Estábamos en un pánico total! Si no encontrábamos más personas de repente no nos vamos… en fin… Apareció una señora con su hijo de 15 años y vimos la luz! Nos unimos bajo las carpas aquellas, y no nos despegamos hasta que nos montaron en el barco.
Recuerdo el día que saliendo del baño vi como los guardias le tiraban los perros a un hombre que se había intentado escapar aquel infierno. Llego el día esperado y abordamos la embarcación en las primeras horas de la mañana, y ahí estuvimos hasta ya tarde en la noche cuando finalmente partimos.
En el barco, cientos de personas hambrientas se pelearon cuando llegó una barca repartiendo aquellas cajitas ya mencionadas. Mi padre agarró todas las nuestras y las lanzó al mar, en una furia gritando que así nos querían ver, peleándonos por esas miserias. Estuvimos 13 horas hasta llegar a Cayo Hueso, vomitando las bilis, como en coro, todos a la vez. Al llegar al puerto, recuerdo que los militares nos decían, “cálmense que aquí hay chicharos para todos”.
Nuestro miedo no había pasado, mi papa quedó atrás, primero desembarcaron los niños y las mujeres. Luego, ya todos reunidos, nos integramos a la fila para entrar a las oficinas donde hacían el papeleo. A lo largo de las colas habían unos latones llenos de Coca Cola y manzanas. Yo cogí una Coca Cola, era la primera vez en mi vida que tenía una en mi mano, y no la sabia abrir. Cuando me tomé dos o tres sorbos de aquella Coca Cola, no pude mas.
Cuando vimos las caras de nuestra familia del otro lado de la cerca, nos entró una cierta calma. Mi tía nos trajo ropas y zapatos, nos pudimos limpiar un poco y deshacernos de aquella horrible peste a vómito impregnada en nuestra piel.
El viaje a Miami se me hizo largo, pararon en el camino y nos compraron hamburgers que no pudimos comer tampoco. Creo que en algún momento me dormí. Si yo estaba agotado, como estarían mi madre y mi padre con tanta responsabilidad y con tanto miedo, pero aparentando calma. Habíamos llegado finalmente!
Se acabaron tantas cosas ... empezaba una vida nueva, con otras faltas, con otras posibilidades, con otros sacrificios, como es la vida, pero respirando, sintiendo que eramos dueños
Flr
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