(In English below)
El Día de las Madres en Cuba, era un día muy especial. Un mes antes, en la escuela, la maestra diseñaba algún trabajo manual. Casi siempre teníamos que hacer una cartera, un tapete, un lugar donde nuestras madres pudieran guardar sus medias de nylon. A mi la costura no me gustaba, la sobrellevaba porque siempre teníamos que hacer algún bordado. Como me gustaba pintar y dibujar, mi impaciencia era domada a la hora de diseñar el bordado. El punto que mas gustaba era el de cadeneta, para mi era el mejor por lo fácil y porque ocupaba el espacio rápidamente. Recuerdo todas las labores manuales que las monjas diseñaron para nuestras madres. En aquel tiempo para mi las labores manuales eran actividades de personas mayores. Hoy al ver la poca creatividad en los colegios valoro el esfuerzo de mis maestras.
Naturalmente, yo prefería ir con mi padre a escoger el regalo pero como estaba interna me era imposible hacerlo. Mi único consuelo era el regalo que Papá escogía. A Papá no le gustaba comprar a ciegas, el prefería comprar al gusto de mi madre, por lo tanto en aquellos tiempos nunca pude hacerle un regalo sorpresa. Cuando intervinieron mi escuela, y me enviaron las monjas para la casa, fue así que pude escoger mi primer regalo. No fue fácil elegir, y no tenia muchas opciones. ¿Que compraría? ¿Una cartera, un perfume, una sortija? El único lugar que podía ir a buscar el tan añorado regalo eran en los negocios que habían en mi barrio. Estaba la peletería Norma, esta quedaba en Luyanó 665, aunque los dueños eran amigos de Papá, mi madre usualmente compraba sus zapatos en la peletería Lido. Esta quedaba muy lejos, así que fui a la tienda de Isaac el Polaco, y a otras tres que habían en Calzada de Concha y Luyanó. Mientras caminaba me topé con una quincalla que había en cerca de la calle Teresa Blanco. Me fascinó la variedad de cosas que tenían.
En la quincalla habían discos, perfumes, cajas de talco, pañuelos bordados, medias, crema Pons, polvos Max Factor corriente, tazas de café, bellísimos juegos de vasos, creyones de labios, coloretes, vanités para los polvos sueltos, blusas, toallas, y hasta varias sayas de rock (and roll). Compré un juego de tazas de café, uno de vasos, una crema Pons diurna, una caja de jabones Myrurgia, y una saya de rock roja cuyo diseño era una chica con cola de caballo y un chico al lado de un tocadiscos. Nunca he olvidado aquella quincalla, tiempo después intervenida por el régimen y que tan poquito pude disfrutar. Mientras caminaba, rumbo al barrio de la Asunción a visitar a dos amigas, fui a la farmacia de los padres de Tony Hurtado para comprarme un shampoo Breck y un shampoo de Helen Curtis para mi madre. Cual fue mi sorpresa al ver que vendían Chanel numero 5.
Después de visitar a Merceditas, a Flora la modista, antiguas vecinas mías y a mis tíos Fortunato y Palmira regresé a casa. Antes de llegar saqué los regalos para el Día de Las Madres y se los deje a Antonio el carnicero pidiéndole me los guardara. Los shampoo los llevaba conmigo. Llegué silenciosamente, mi madre no notó nada, creo que ese día me hice adulta. A la mañana siguiente fui a comprar un cake helado con Papá, mientras Mamá dormía. A nuestro regreso le di un fuerte abrazo, le di el cake que ella recibió con mucha alegría, imagino que pensando que ese era mi regalo. Corrí a buscar mis regalos que Papá había recogido de la carnicería y había escondido en un lugar seguro de la casa. Cuando mi madre vio los regalos mientras los veía exclamaba que bello, por cada regalo me daba un beso de premio. El Chanel 5 fue un éxito, y como toque final Papá le regalo un juego de sortijas de coral con brillanticos. Al medio día, le pedí a Papá me diera dinero para comprarle a mis cuatro vecinas del barrio cuatro Chanels 5 que en aquella época solo costaba cinco pesos.
Feliz Días de las Madres a todas las madres cubanas en especial a todas las que se han ido como Mamá, pero que aun viven en mi memoria.
Mother’s Day in Cuba, was a very special day. The month prior, at school, our lady teacher would design some handicraft for us. We had to create a purse most of the times, a small mat, or something where our mothers could keep they rayon tights. I did not like sewing, I tolerated it because we always had to do some embroidery. Since I like to paint and draw, my impatience was tamed when the time came to design the embroidery. The knot I liked the most was the chain stitch, for me it was the best because of its easiness and because it would fill the space quickly, I remember all of the handicrafts the nuns designed for our mothers. At that time handicrafts for me were activities for seniors. Today, seeing the little creativity in schools I value the effort of my teachers.
Naturally, I preferred to go with my father to choose the gift, but since I was interned it was impossible. My only comfort is the gift that Dad would choose. Dad did not like to buy blindly, he’d rather buy to my mother’s taste, for that reason back then I was never able to give her a surprise gift. When my school was taken over, and the nuns were sent home, this is how I was able to choose my first gift. It was not easy to choose, and I did not have many options. What should I buy? A purse, a perfume, a ring? The only place where I could look for such a longed for gift was in the stores located in my neighborhood. There was Norma’s furriery, at Luyano 665, although the owners were friends with my father, my mother usually bought her shoes at Lido’s furriery. This one was very far, so I went to Isaac the Pole’s store and three more located at the Calzada de Concha and Luyanó. Meanwhile, I came upon a trinket store near the Teresa Blanco street. I was fascinated by the variety of things they had.
At the trinket store they had records, perfumes, talc boxes, embroidered handkerchiefs, ladies tights, Pons cream, Max Factor make up, coffee cups, beautiful glass sets, lipsticks, blush make up, puff powder boxes, blouses, towels, and various rock (and roll) skirts. I bought a set of coffee cups, one set of glasses, a day use Pons cream, a box of Myrugia soaps, and a rock style skirt that had a girl with a ponytail and a boy next to a record player as design. I have never forgotten that trinket store, later taken over by the regime, that I could enjoy so little. Meanwhile I walked, in route to the neighborhood of Asunción to visit two friends, I went to the pharmacy of the parents of Tony Hurtado to buy me a Breck shampoo and a Helen Curtis shampoo for my mother. Such was my surprise to see that they sold Channel number 5.
After visiting Merceditas, Flora the dressmaker, old neighbors of mine and my uncles Fortunato and Palmira, I returned home. Before I arrived, I took out the Mother’s Day gifts and left them with Antonio the butcher, asking him to keep them for me. I had the shampoos with me. I arrived silently, my mother did not notice anything, I think I became an adult that day. The next morning I went to buy an ice cream cake with Dad while Mom slept. Upon our return I gave her a big hug, I gave her the cake that she received with much happiness, I imagine thinking that that was my gift. I ran to search for the gifts that Dad had picked up from the meat shop and had hidden in a safe place in the house. When my mother saw the gifts she’d exclaimed upon seeing them, how beautiful, and for each gift she would give me a kiss as a reward. The Chanel 5 was success, and as final touch Dad gave her a set of coral rings with little diamonds. At midday, I asked Dad to give me money to buy my four lady neighbors four Chanel 5s that at that time went only for five pesos.
Happy Mother’s Day to all Cuban mothers, especially to all those who have left like Mom, but who are still alive in our memory.
No comments:
Post a Comment