a la memoria de Daniel Grajales
Los Amores del Cocuyo y la Maravilla
Ramon de Palma
1812 - 2012
A principio cuando el Gran Padre hizo todas las cosas,
dos poderosos Espiritus se dividian el imperio de la tierra:el uno era Albal, protector de las criaturas y el otro Triura,
enemigo de todo lo creado. El Dios del bien velaba sin
descanso por conservacion de los vivientes, y cubria de
sombras la tierra, para ocultarlo a los ojos de su perseguidor;
pero Tuira habia conseguido una inmensa cuaba, y desper-
tarse la encendia saliendo con su luz por un agujero de
la caverna luminosa de Haiti, y recorriendo los bosques
de Cuba destruia con sus enarboladas flechas a cuantos
sus ojos alcanzaban.
Cuando se sentia fatigado de la caza. bajaba a bañarse
en las aguas del mar , donde apagaba su antorcha, regre-
sando despues a nada a la caverna.
Entonces era cuando los vivientes, que se habian escon-
dido en los mas reconditos senos de las cuevas, a donde no
alcanzase la luz de su enemigo salian a respirar el aire
embalmasado de las flores, Abal los cubria con la sombra
de sus alas, y bien podia tender sus redes en las lagunas, y
saborearse con las almibaradas frutas de los bosques.
Es cosa muy de notarse, que todos aquellos vivientes de
creacion antidiluviana, eran solo del sexo masculino, y que
las mujeres, o no existieron hasta despues, o lo que es mas
conforme a la tradicion en que nos ocupa, no las habian
descubierto los hombres todavia.
Sucedio , pues , que un mozo de los de aquella especie
primitiva de homonocturnos, al sacar sus redes de una
laguna , noto entre otros un pez , que a lo que pudieron
descubrir sus ojos avezados a la oscuridad , era de una
forma diferente a cuantos hasta entonces habia visto. Con
gran cuidado vacio las redes sobre la yerba, pero al coger
aquel raro animalito , noto ser tan huraño y resbaloso, que
a pesar de todos sus esfuerzos se le escurrio entre las manos,
y de un salto volvio a sumergirse en las aguas de donde
habia salido. La tristeza del mozo fue extremada, la cual
crecio de punto cuando al echar las redes distintas ocasiones,
ni aparecio el mismo pez, ni otro que se le asemejase.
Empeñado el mancebo en su pesca, se hubiera dejado sor-
prender porla luz del enemigo del hombre varias veces, a no
no ser porque sus compañeros le advertian la retirada. Sin
dar con el motivo, sentia que el sueño huia de sus ojos , que
el tiempo era mas largo y que cada vez se le hacia mas
insufrible la violencia de su encierro.
Despues de inutiles tentativas, una noche , por fin , advirtio
con regocijo delizarse a la lumbre del agua , la plateada
espalda del precioso pez, y que agitando sus aletas con cierta
especie de regocijo, casi venia a metersele entre las manos.
Varias veces logro atraparle, pero como era tan resbaladizo,
se le escurria , casi sin esfuerzo , de las manos y saltando en
las ondas volvia a provocarle de nuevo , con toda la graciosa
coqueteria de una muchachuela de quince años que se burla
de un viejo gotoso y enamorado.
Repitiose esta escena varias noches, hasta que ya desesperado
el pobre mozo y convencido de la inhabilidad de sus recursos,
apelo al poder divino invocando los zemis de su caverna, a fin
de que le sirviesen de mediadores con Abal , para salir de aquel
apuro.
Abal oyo sus suplicas , y le envio un sueño misterioso que le
sirviera de avizo. El mancebo soño que su mano era demasiada
suave, y que habia animales de piel aspera y escamosa, a cuyo
contacto cederia la resbalilla de aquel animalito. Bastole esta
advertencia , y sin que la tradicion nos refiera por cual arte,
ello es que logro formarse en las manos tal aspereza, que una
noche en que , como de costumbre, vino a metersele entre ellas
el burlon animalito , le atrapo de manera que no le dejo arbitrio
de escaparse.
Cargo, pues , lleno de regocijo con su presa, y fue a dar bien
lejos de alli con ella, donde, por mas saltos que pegara, no
pudiera burlarle nuevamente . Coloco, pues, el precisoso
pescado en el seno de una enmarañada selva , y se puso a
contemplarlo con la alegria de una inocencia verdaderamente
antidiluviana. Pero aquel extranno viviente no parecia mostrar
deseo alguno de escaparse, y de tan zahareño y rebaladizo como
era, se habia convertido en la criatura mas dulce, tranquila y
pegajosa.
Aun mayor sorpresa le esperaba al mancebo; aquel ser habia
lanzado un suspiro , si, estaba seguro de haberlo oido; pero lo
mas admirable era que el acento salido de sus labios , no heria
solamente el timpano como los demas sonidos, sino que parecia
llegar derecho al corazon, causando en el una conmocion extraor-
dinaria.
Poseido de un nuevo y extraño sentimiento , acercose el man-
cebo a examinar otra vez la causa de tantas impresiones , con
la misma ansiedad que si nunca la hubiera visto , pues sintio o
que hasta entonces no habia descubierto la verdad, o que se
habia efectuado una metamorfosis en aquel objeto y todo lo
que le rodeaba.
Sus ojos brillaban en la oscuridad con una luz fascinadora,
y su boca exhalaba un silencio embriagador, con que jamas
se habia las brisas de la noche . Las que le habian parecido
aletas al principio , eran dos brazos morbidos que le atraian
quitandole la fuerza y la voluntad de separarse de su lado,
Una armonia celeste resono en los aires , y al son de esta
musica oyo una magica voz que murmuraba en sus oidos :
Yo soy la compañera del hombre: la mujer.
La embriaguez de la felicidad penetro hasta la medula
de sus huesos, perdio el conocimiento de los sentidos , y
quedo sumerjido en el delirio.
En vano Abal , protector de estos primeros amantes,
viendo reflejar la antorcha de Turia, en la boca de la caverna
de Haiti, intentaba cubrirlos con sus alas. Pronto la luz
ilumino la tierra , y el dios del bien no encontro otro arbitrio
para salvar a sus protegidos , que metamorfosea en su suenno.
Cuando Tuira bajo a bañarse en el oceano , en el mismo
lugar donde se durmieron los amantes, se vio a la maravilla
abrir su misteriosa corola al soplo de los espiritus de la noche,
y al escondido cocuyo tender sus alas y libar el nectar de su
seno, iluminando las sombras con rafagas de zafir y de topacio.
tarse la encendia saliendo con su luz por un agujero de
la caverna luminosa de Haiti, y recorriendo los bosques
de Cuba destruia con sus enarboladas flechas a cuantos
sus ojos alcanzaban.
Cuando se sentia fatigado de la caza. bajaba a bañarse
en las aguas del mar , donde apagaba su antorcha, regre-
sando despues a nada a la caverna.
Entonces era cuando los vivientes, que se habian escon-
dido en los mas reconditos senos de las cuevas, a donde no
alcanzase la luz de su enemigo salian a respirar el aire
embalmasado de las flores, Abal los cubria con la sombra
de sus alas, y bien podia tender sus redes en las lagunas, y
saborearse con las almibaradas frutas de los bosques.
Es cosa muy de notarse, que todos aquellos vivientes de
creacion antidiluviana, eran solo del sexo masculino, y que
las mujeres, o no existieron hasta despues, o lo que es mas
conforme a la tradicion en que nos ocupa, no las habian
descubierto los hombres todavia.
Sucedio , pues , que un mozo de los de aquella especie
primitiva de homonocturnos, al sacar sus redes de una
laguna , noto entre otros un pez , que a lo que pudieron
descubrir sus ojos avezados a la oscuridad , era de una
forma diferente a cuantos hasta entonces habia visto. Con
gran cuidado vacio las redes sobre la yerba, pero al coger
aquel raro animalito , noto ser tan huraño y resbaloso, que
a pesar de todos sus esfuerzos se le escurrio entre las manos,
y de un salto volvio a sumergirse en las aguas de donde
habia salido. La tristeza del mozo fue extremada, la cual
crecio de punto cuando al echar las redes distintas ocasiones,
ni aparecio el mismo pez, ni otro que se le asemejase.
Empeñado el mancebo en su pesca, se hubiera dejado sor-
prender porla luz del enemigo del hombre varias veces, a no
no ser porque sus compañeros le advertian la retirada. Sin
dar con el motivo, sentia que el sueño huia de sus ojos , que
el tiempo era mas largo y que cada vez se le hacia mas
insufrible la violencia de su encierro.
Despues de inutiles tentativas, una noche , por fin , advirtio
con regocijo delizarse a la lumbre del agua , la plateada
espalda del precioso pez, y que agitando sus aletas con cierta
especie de regocijo, casi venia a metersele entre las manos.
Varias veces logro atraparle, pero como era tan resbaladizo,
se le escurria , casi sin esfuerzo , de las manos y saltando en
las ondas volvia a provocarle de nuevo , con toda la graciosa
coqueteria de una muchachuela de quince años que se burla
de un viejo gotoso y enamorado.
Repitiose esta escena varias noches, hasta que ya desesperado
el pobre mozo y convencido de la inhabilidad de sus recursos,
apelo al poder divino invocando los zemis de su caverna, a fin
de que le sirviesen de mediadores con Abal , para salir de aquel
apuro.
Abal oyo sus suplicas , y le envio un sueño misterioso que le
sirviera de avizo. El mancebo soño que su mano era demasiada
suave, y que habia animales de piel aspera y escamosa, a cuyo
contacto cederia la resbalilla de aquel animalito. Bastole esta
advertencia , y sin que la tradicion nos refiera por cual arte,
ello es que logro formarse en las manos tal aspereza, que una
noche en que , como de costumbre, vino a metersele entre ellas
el burlon animalito , le atrapo de manera que no le dejo arbitrio
de escaparse.
Cargo, pues , lleno de regocijo con su presa, y fue a dar bien
lejos de alli con ella, donde, por mas saltos que pegara, no
pudiera burlarle nuevamente . Coloco, pues, el precisoso
pescado en el seno de una enmarañada selva , y se puso a
contemplarlo con la alegria de una inocencia verdaderamente
antidiluviana. Pero aquel extranno viviente no parecia mostrar
deseo alguno de escaparse, y de tan zahareño y rebaladizo como
era, se habia convertido en la criatura mas dulce, tranquila y
pegajosa.
Aun mayor sorpresa le esperaba al mancebo; aquel ser habia
lanzado un suspiro , si, estaba seguro de haberlo oido; pero lo
mas admirable era que el acento salido de sus labios , no heria
solamente el timpano como los demas sonidos, sino que parecia
llegar derecho al corazon, causando en el una conmocion extraor-
dinaria.
Poseido de un nuevo y extraño sentimiento , acercose el man-
cebo a examinar otra vez la causa de tantas impresiones , con
la misma ansiedad que si nunca la hubiera visto , pues sintio o
que hasta entonces no habia descubierto la verdad, o que se
habia efectuado una metamorfosis en aquel objeto y todo lo
que le rodeaba.
Sus ojos brillaban en la oscuridad con una luz fascinadora,
y su boca exhalaba un silencio embriagador, con que jamas
se habia las brisas de la noche . Las que le habian parecido
aletas al principio , eran dos brazos morbidos que le atraian
quitandole la fuerza y la voluntad de separarse de su lado,
Una armonia celeste resono en los aires , y al son de esta
musica oyo una magica voz que murmuraba en sus oidos :
Yo soy la compañera del hombre: la mujer.
La embriaguez de la felicidad penetro hasta la medula
de sus huesos, perdio el conocimiento de los sentidos , y
quedo sumerjido en el delirio.
En vano Abal , protector de estos primeros amantes,
viendo reflejar la antorcha de Turia, en la boca de la caverna
de Haiti, intentaba cubrirlos con sus alas. Pronto la luz
ilumino la tierra , y el dios del bien no encontro otro arbitrio
para salvar a sus protegidos , que metamorfosea en su suenno.
Cuando Tuira bajo a bañarse en el oceano , en el mismo
lugar donde se durmieron los amantes, se vio a la maravilla
abrir su misteriosa corola al soplo de los espiritus de la noche,
y al escondido cocuyo tender sus alas y libar el nectar de su
seno, iluminando las sombras con rafagas de zafir y de topacio.
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