Tuesday, March 1, 2011
¿Puede dudarse del patriotismo de los cubanos?
Por Octavio R. Costa (articulo publicado el 1 de Enero de 1991)
A través de estos años que nos separan del derrumbamiento de la república he reflexionado, frente a cada aniversario, sobre ese dramático hecho. Y al hacerlo no solo he abordado en las derivaciones del mismo, sino que también he aspirado a repasar nuestra historia republicana, a fin de encontrar las posibles causas que provocaron ese desastre que no pudimos nunca imaginar.
He meditado también sobre las razones que puedan haber impedido a los cubanos de la isla y a los del exilio, derrocar un gobierno de tan funestas consecuencias para la nación en sí, y para los cubano de allá y los de afuera. No voy a repetir los tantos argumentos que he esgrimido con el cubanísimo propósito de iluminar un tema que nos resulta tan doloroso.
Como ahora estoy sumergido en la elaboración de un libro que se titulará "Imagen y Trayectoria del Cubano en la Historia" (1762-1902), me he encontrado con algunas expresiones de fundadores de nuestra nacionalidad que no sólo me han obligado a pensar, sino que deben producir el mismo efecto en los que me hagan honor de leerme.
¿Quien puede dudar de la fervorosa cubanía de Félix Varela? El diputado que en las Cortes españolas voto por la incapacidad del Rey. Tuvo que huir. Llegó a los Estado Unidos en 1823 y el año siguiente estaba ya publicando "El Habanero", en favor de la independencia de Cuba. Nunca fue reformista ni tampoco fue anexionista. Varela observó la intima relación que existe entre la economía y la política. Aprendió que el materialismo financiero condiciona las ideas y la conducta. En su constante prédica independentista, hecha con tanto entusiasmo como riesgo, llegó un momento en que desesperadamente tuvo que comprender que aquéllos que el mas necesitaba, "solo estaban interesados en los sacos de azúcar y en las cajas de café".
Pasaron los años. Narciso López llegó desde Trinidad a la capital, llamado por el Club de La Habana en relación con la conspiración de "La Mina de la Rosa Cubana". El Venezolano aprovechó la ocasión para visitar a José de la Luz y Caballero, "un santo laico", para usar la expresión de José Ingenieros. El caudillo le contó al maestro sus proyectos, y don Pepe, sin que se pueda dudar de su apostólica cubanía, le dijo: "Usted no puede confiar en los cubanos, porque acabarán por abandonarlo." Y el conspirador le replico con el mas absoluto optimismo: "Solo se necesita que alguien los empuje."
¿Que razones pudo tener don Pepe para expresarse así de sus compatriotas? Y si no las hubo entonces, se comprobará su acierto más tarde, cuando nadie secunde en Cárdenas al audaz expedicionario. Sin embargo, Narciso López siguió creyendo en los cubanos, y preparo la segunda expedición que al año siguiente arribó en el Morrillo, cerca de Bahía Honda, en la costa de norte de Pinar de Río. No sólo no halló ningún apoyo, sino que fue acosado por guerrilleros y traicionado por el compadre que le dio refugio hipócritamente para después delatarlo. A pesar de todo, antes de morir en el garrote, anunció que "... mi muerte no cambiará los destinos de Cuba".
El mismo dia en que Narciso López desembarca en El Morrillo, era ajusticiado en la Plaza Mayor de Camaguey, el joven Joaquín de Agüero. Y viendo la multitud que contemplaba con insensible curiosidad el macabro espectáculo, lanzo a los aires esta pregunta: "¿Y ese pueblo que hace hay?"
En 1860, después de veintiséis años de destierro, José Antonio Saco llegó a La Habana invitado por el Circulo Reformista, que tenia apoyo del Capitán General, Francisco Serrano. Lo llamaron para proponerle que asumiera la dirección de un periódico en Madrid destinado a defender las reformas. Preguntado cuanto costarían los tres primeros años, contestó que unos treinta mil pesos. Y a pesar de los millonarios que habia en el grupo, no se reunió ni la tercera parte.
Amargadamente decepcionado, y sintiéndose herido por sus compatriotas, escribió a José Antonio Echeverria, el 21 de Diciembre de 1862 lo siguiente: "Los cubanos son muy culpables, verdaderos reos de lesa patria. No son libres porque ellos mismos quieren vivir como esclavos. Unidos, sosteniéndose unos a otros con su influencia y su dinero, no habría Capital General que pudiera resistirlos. Pero los cubanos están desunidos, hecho que se debe únicamente a la falta de patriotismo. Esta realidad es la fuente principal de los males de Cuba y de las grandes dificultades con que luchan los pocos buenos que han tenido la desgracia de ser patriotas donde no hay patria."
Es muy triste que recordar estas declaraciones, pero, por si pueden ser útiles, se las paso a todos, como decía Lincoln, sin "malicia para nadie". Ojalá no sean aplicables a la actual generación.
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